México frente al espejo racista

Los lingüistas coinciden en que güero proviene de huero —un huevo sin sustancia, vacío— y se usaba para referirse a aquellas personas descoloridas, pálidas o enfermizas. Pero hoy es un piropo, ser güero se lleva con orgullo. "La niña nos salió güerita", se escucha en muchas familias satisfechas. Todo lo relacionado con lo moreno puede ser algo ofensivo en México. En la televisión, en la publicidad o en los puestos directivos no es fácil encontrar a alguien con un tono de piel oscuro. Una encuesta reciente del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) ha hecho oficial por primera vez que en México es más fácil prosperar si eres blanco. Y ha puesto al país frente al espejo de sus peores males.
Tenoch el estudio le suena de algo, porque a él los de seguridad le persiguen en las tiendas. A Judith le dijeron desde pequeña que era fea y no la contrataron en unos grandes almacenes por ser morena. Nadie se cree que Rosendo haya estudiado un máster en Oxford, aunque pasee su título con orgullo. Y Mónica aguanta que le griten "pinche india" por la calle. Los cuatro han sufrido toda su vida el racismo que señalan por primera vez las cifras oficiales.
El informe del INEGI que tiene en cuenta el color del que el entrevistado se ve —entre una gama de 11 tonalidades—  muestra cómo cuanto más moreno, menos posibilidades de alcanzar un puesto alto de trabajo. Un 30% de los directores o jefes de área son blancos y el mismo porcentaje de morenos se dedica al campo. En cuanto a la educación, ocurre algo similar. Cuanto más claro es el tono de piel, mayor nivel de estudios.


Unos datos que han abierto la llaga que sangraba sigilosamente en México, ahora expuesto públicamente como un país racista. "Hay dondequiera que mires. En los estratos ricos, en las capas acomodadas, en la clase media. Hasta en los sectores más pobres, incluso entre indígenas; es dramático, cuando tienen un hijo más blanquito creen que es mejor", afirmaba el antropólogo Roger Bartra en una entrevista a este diario. "El desprecio a lo indígena es generalizado y antiquísimo, una herencia colonial que sigue permeando a la sociedad tanto en la cúspide como en la base. Eso es lo más trágico. Es un racismo transversal", añadía.
Una discriminación que sufre alrededor del 80% de la población, según un estudio del Centro de Estudios Económicos del Colegio de México. Un racismo que se percibe en lo cotidiano y al que un grupo de mexicanos le ha puesto rostro y voz.

Judith Bautista, socióloga e investigadora, 40 años

"En México se trata de un racismo sutil y amoroso, que tiene mucho de paternalista y de tutela, y por eso confunde tanto", apunta Judith Bautista desde el otro lado del teléfono, es socióloga e investigadora del Colectivo para eliminar el racismo (Copera), pero lo que afirma lo dice por su propia experiencia.
Cuando estaba estudiando quiso tener un trabajo que le permitiera mantenerse y fue a una entrevista como dependienta en El Palacio de Hierro. "La encargada me miró con tanta conmiseración. Me sentó, habló conmigo mucho tiempo, era muy amable. Me decía: 'Mira, no te podemos contratar, creo que puedes hacer cosas mucho mejores, pero tu físico no da con la tienda, necesitamos otro perfil'", recuerda Bautista. "Mi respuesta era entre humillación, enojo, y desconcierto. No es normal que alguien te mienta la madre de forma tan amable. No sabes cómo responder". "Me hablaban de buena presentación, pero yo decía: planché mi ropa, me arreglé, ¿cuál es el problema?".

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